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Felipe Ivandic: “Ser orgánicos es la mejor forma de accionar frente al fuego”


La Comarca atravesó un mes de estrés a causa del incendio que afectó a muchos habitantes y se acercó peligrosamente a centros urbanos. Circuló todo tipo de información, desinformación y hubo acusaciones cruzadas. Pero sobre todo existió una rápida respuesta para visibilizar la problemática y organizar el combate. Ante tanto ruido, desde laSirena optamos por hablar con un combatiente experto en incendios y jubilado por INTA, que conoce el tema en todo terreno y especialmente en nuestra zona: Felipe Ivandic.

Felipe Luis Ivandic Trabajó como guardabosques nacional y se formó como piloto privado en Ushuaia. “A raíz de varios incendios muy graves ocurridos en la zona cordillerana en 1979, en enero de 1980 el Instituto Forestal Nacional contrató por primera vez dos aviones canadienses anfibios, los Canadair CL 215, por entonces los mejores del mundo, basándolos en Bariloche y fui designado para trabajar en el despacho operacional junto a un capitán de fragata aviador”, cuenta.

Un poco a ciegas, Felipe se subió a la cabina y lo ubicaron en un tercer asiento entre los pilotos canadienses, quienes le hicieron una observación clara: “Nosotros vamos a arrojar agua pero con eso no va a alcanzar. Sí o sí debería haber gente en tierra”, le advirtieron.

Fue allí que obtuvo una nueva perspectiva del combate. Viéndolo desde el espacio aéreo comprendió la importancia de tener un buen apoyo terrestre para aprovechar adecuadamente el recurso. El mejor avión del mundo era solo una herramienta más.

Fueron años locos en los que, en Bariloche, mucha gente empezó a prender focos con el objeto de ver trabajar los aviones que lograban demorarlos o frenarlos a veces con algún apoyo de bomberos, empleados municipales o guardaparques. “A partir de ahí cada vez que había un fuego la población sentía más tranquilidad si veía medios aéreos”, cuenta Felipe quien entonces no sabía todo lo que tenía por aprender.

Felipe trabajó con los Canadair durante tres temporadas sucesivas y en 1982 vino vivir a El Bolsón, justo el día que se iniciaba la guerra de Malvinas; se hizo cargo del Centro Operativo III de incendios del I.FO.NA , que contaba solo con cuatro hombres y nunca más se fue. “Erróneamente yo creía que entendía el fuego hasta que empecé a estudiar profundamente la cosa y a trabajar junto a profesionales en serio”, reflexiona mientras de fondo se escucha el paso de un avión hidrante.
En el año 83, Ivandic fue becado junto a otro compañero de Parques Nacionales, para tomar el curso de instructor en EEUU y volvieron con el deseo de transmitir sus conocimientos para formar en la zona personal capacitado en el combate en tierra. “Hicimos una réplica del curso y entregamos los diplomas mientras asumía Alfonsín”, recuerda Felipe. Ese fue el primer curso de brigadistas dado por argentinos en Argentina. Se entusiasmaron guardabosques de Río Negro, Chubut y Bomberos, y comenzó a nutrirse el cuerpo de combatientes en la zona. Muchos volvieron a sus lugares de trabajo con el compromiso de comenzar a organizarse internamente.

Por ello los saberes deben transmitirse para alcanzar un manejo correcto y organizado, explica Ivandic. Para el especialista, “ser orgánicos (responder a la organización frente al fuego) es la mejor forma de actuar”.

Felipe Ivandic en su casa del Barrio Andén

Aceptar lo incontrolable

El fuego es una herramienta útil, necesaria y barata, pero también, un buen sirviente y un pésimo amo. Una de las principales cosas que hay que tener en cuenta es que al fuego cuando no lo podés dominar, no lo podés dominar. He estado en países como Canadá o EEUU, donde cuentan con decenas de aviones de todo tipo y capacidad, excelentes equipos y centenares de hombres entrenados y capacitados que no siempre logran controlar los incendios, con la consiguiente pérdida de vidas y propiedades. El fuego es algo increíblemente poderoso, te echa para atrás. Hay que entender que si no lo vas a parar tenés que preservar energía; no se debe desgastar a la gente y a los equipos enfrentando un fenómeno que se te viene encima descontrolado”, relata Ivandic. Cada incendio tiene su tiempo y su lugar. Así aprendió el hoy especialista, a aceptar los tiempos del combate, que resultan incomprensibles para quienes están por fuera.

Hasta su disolución, en 1991, el Instituto Forestal Nacional (IFONA) del que Felipe era parte, era el organismo encargado de disponer los elementos de combate para las improvisadas cuadrillas de ciudadanos que voluntaria o compulsivamente eran convocados por las autoridades. Ya en esos años había comenzado a tomar cuerpo la necesidad de profesionalizar la función del combatiente a nivel provincial.. Mientras tanto, con el pasar de los años en la Patagonia los incendios fueron combatidos con los medios aéreos que había en el país. “Conocimos y usamos máquinas pertenecientes a las Fuerzas Armadas, de Seguridad y de empresas privadas nacionales y extranjeras”, relata Ivandic.

Paralelamente se dio una batalla cultural para transformar la mentalidad en torno a los bosques. “En su momento parecía no entenderse la importancia del cuidado de los bosques que viene aparejado a la explotación: cuando se sectoriza políticamente una problemática de este tipo puede pasar que aún el mejor de los programas de manejo no avance”, advierte Felipe.

En uno de los tantos movimientos políticos que tuvo el manejo del fuego nacional, el IFONA terminó por ser disuelto y el tema incendios quedó sin el amparo nacional y, pese a que no correspondía a sus responsabilidades, el INTA tomó el tema forestal, incluyendo al pequeño grupo de trabajo de Felipe. A mediados de los noventa, Felipe recibió el llamado de compañeros que habían pasado a trabajar en la secretaría de Recursos Naturales y desde allí surgió la idea del preparar un Plan Nacional de Manejo del Fuego (Desde 2012 Servicio Nacional de Manejo del Fuego).

El Federalismo del fuego

En 1996 ya se cargaba con un promedio de 800 mil hectáreas quemadas por año en el país. El Plan Nacional de Manejo del Fuego, (actual Servicio Nacional) nació como una respuesta federal luego de tantas idas y venidas del tema que cada verano resultaba una angustia para miles de personas. “Con equipamiento no arreglás nada porque necesitás capacitar y hacerlo en todo el país. Armamos la Brigada Patagónica (actual Brigada Nacional) aquí y se formó gente muy capaz que en poco tiempo pudo preparar a otros para el combate”, explica el ex combatiente.

Desde su primer momento el Plan establecía, remitiéndose al federalismo, que la responsabilidad “primaria de cada incendio rural recae sobre la institución municipal, provincial o federal que ejerza la jurisdicción sobre el área siniestrada. El Servicio Nacional interviene sólo a requerimiento de los responsables primarios del incendio”. Hoy el criterio es similar y en cada incendio el que organiza el operativo quien administra el territorio.
“Si se reconocen las capacidades técnicas del que está en el territorio y se es orgánico, el combate funciona y se va perfeccionando. Puede ser que existan diferencias entre los equipos pero, independientemente de eso, lo importante es llegar a acuerdos sobre criterios básicos acerca de como, donde y con qué detener el avance del fuego”, destaca Ivandic.

Sobre el combate del incendio en Cuesta del Ternero, Felipe Ivandic valoró la presencia de una gran cantidad de entidades y medios dispuestos a colaborar pese a las condiciones adversas: “Más que aviones a este fuego le faltó alguna lluvia y a toda esta zona un crecimiento planificado”, señala el experto. “Por lo general si las autoridades de la emergencia no piden nada lo mejor es no llevar nada. Cuando se participa es deseable que sea en forma orgánica para garantizar la seguridad de todos”.

En cuanto a las políticas para enfrentar los fuegos rurales, la continuidad y la experiencia son las mejores aliadas. “Los incendios son algo común acá y, aunque este año las condiciones fueron extremas y favorecían su comportamiento extremo, estimo que la reacción de los responsables jurisdiccionales fue adecuada” por ello, el experto destaca que “los lugares de conducción y decisión deben ser ocupados por quienes tienen conocimientos y experiencia técnica” y no tomando en cuenta solamente las afinidades políticas.

La Comarca muestra un crecimiento complejo, desordenado y sin planificación y buena parte de los incendios ocurren en zonas llamadas de interfase urbano rural.  “La gran mayoría de los fuegos se generan por causa humana, una labor, un fogón, un equipamiento, una chispa o el mal estado de un cableado es tan causa humana como alguien que tira una colilla encendida”, concluye Ivandic.

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