Cultural

Marianela Saavedra: la poesía innecesaria e imprescindible.

Marianela Saavedra tiene tatuada la palabra poesía en su pecho, intuyo que no como recordatorio o como lema sino para que la poesía registre su pulso y a su temperatura, para que pueda arrugarse y estirarse, convivir con las pecas que salpican el paso del tiempo.

Alejada de la remanida metáfora del “ponerle el cuerpo” la poesía de Marianela es cuerpo, vitalidad deseante que marca el ritmo de su escritura:

“Y la hoja en blanco se vuelve negra,
todas las noches,
mientras espera que yo aprenda a escribir
con criterio y dignidad
más creo que no lo voy a lograr jamás,
tengo una lengua atravesada en el cuerpo
que me hace creer que puedo ser poeta
con mis tripas y mis carnes”

Marianela nos cuenta que su vínculo con la escritura nació y fue tramándose desde diversos lugares; la práctica que surgió desenfadadamente y de forma lúdica en un “escribir por escribir, probando lo que pasaba, imprimiendo la verborragia que me caracterizaba” tomó después otros impulsos venidos “de miedos, decepciones, logros, enojos y militancias”. Para quien confiesa que no eligió ser poeta, la poesía se volvió una forma de entender y explicar la realidad, así como de reaccionar frente a la misma. También para resonar en quienes la lean, en alcanzarles como “el rayo que cae cuando no hay tormenta”,”el pensamiento intempestivo”, “lo innecesario pero imprescindible”.

“Antes la poesía era para mi, lo mismo que para todo el mundo, una cosa medio de élite, del romanticismo, con una estética específica y que sólo algunes podían, y que yo, no debía, pero al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen y no pude evitar asumir que sí, soy poeta. Es mi intención constante el que la poesía sea un modo común, un lugar común, una forma común de expresarnos, que nos parezca entendible y lógico que todo sea dicho o contado con el sentido poético máximo posible. La poesía también es una voz de lucha, de rabia, de fuerza, de fealdad, de error, de despojo, de asco, de muerte, de reivindicación y de amor y de belleza y de justicia.”

En la obra de Marianela resulta evidente el valor de la palabra poética como posibilidad de lucha y militancia:

“Dentro de los parámetros de la poesía como pulso primigenio de los sentimientos y como reacción de militancia, surge mi escritura desde la militancia gorda, lo que llamo poesía gorda, porque la poesía también tiene que hablar de estas corporalidades; somos arte y no puede ser que la única referencia de la gordura en el arte (más conocida y popular) sean las pinturas de Botero o alguna historia o película  por ahí dónde las corporalidades no hegemónicas aparecemos desde miradas paternalistas, grotescas, chistosas o sancionadoras.

Es importante y necesario rescatar la belleza y justa visibilización de la gordura desde una mirada real, expuesta por quienes portamos estos cuerpos, recuperar nuestra voz e interpelar a quienes siempre han hablado por nosotres; las personas gordas hemos sido los cuerpos ausentes y sin voces. Ya no. Estamos mostrándonos, hablando, escribiendo. Y es más difícil de lo que parece.”

No me incomoda
mi desnudez
bien saben
les que me conocen
que ando desnuda
incluso antes
de sacarme la ropa

(…)

Es muy fácil sacarse la ropa, lo difícil es sacarse los prejuicios, los tuyos y los míos.

Marianela difunde su obra desde sus redes sociales (Facebook e Instagram) y tiene además cuatro libros publicados que traen impregnados, como su poesía, el trabajo artesanal y cuidadoso de las palabras y sus formas.

“Yo los escribo, diseño y pago su impresión. Compro el arte de las tapas a artistas que me gustan mucho y la gente de la Editorial Tierra del Sur lo arman con todo el amor del mundo. Mi primer libro es “Maldita Eres” salió en 2015 y va por su cuarta re-impresión y es un tipo de poesía muy rumiada, muy tímida y muy potente. El segundo es “Poesía” y es como mi llegada definitiva a un estilo propio de escritura, ahí me animé a decir que era poeta.  El tercero fue “Reaccionaria” y es un recorrido y manifiesto sobre la realidad socio-política sudamericana de los últimos años, un intento de contar la historia con la impronta y modo de la poesía. El último libro es “Ay” en el cual regresé a todo el sentimiento del que podía ser capaz. Actualmente tengo poesías como para 3 libros más (sigo siendo verborrágica), pero el que más forma está tomando es el de la poesía gorda, creo que saldrá antes de fin de año.”

La poesía es forma de conocimiento y expresión, lucha, búsqueda, ¿podrá ser algún día trabajo remunerado? Marianela arriesga algunas respuestas a este interrogante:

“Vivo en la comarca desde hace 3 años, no aún tengo organizada mi vida como para poder vivir de la escritura, mucho menos en este último tiempo de aislamiento. Aunque sí siento que se nutre y fluye mucho el poder escribir en este lugar con tantas expresiones culturales. Personalmente me vínculo mucho con otras ramas del arte, suelo leer en peñas, bares, centros culturales, junto a otres escritores, músicas y músicos de la comarca, actores, bailarinas, entre otres. También acompaño proyectos de escritura de gente mas joven desde la escucha y el compartir.

Creo que irá decantado solas las redes entre quienes escribimos. La poesía tiene eso también, nos atraviesa como cuentitas y caireles y nos va uniendo en ese hilo imaginario que al final, es tan real.

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