
En toda la comarca es conocido el importante trabajo que el Club social y Deportivo lleva adelante en Lago Puelo desde hace ya varios años. La sirena conversó con Valentín Gómez Fenzel, integrante del equipo de trabajo del club, quien nos puso al tanto de todas las propuestas que viene llevando Frontera con la comunidad de Lago Puelo.
La institución cuenta, desde hace tiempo, con dos actividades deportivas principales: fútbol (cuyas categorías van desde el infantil juvenil y de primera división) y hockey (que abarca dos categorías en la actualidad). Los entrenamientos y competencias de ambos deportes se realizan durante todo el año en la sede del club de Isla Sur y también en el gimnasio municipal. En paralelo, el Frontera desarrolla diferentes actividades que sostienen económicamente al club y permiten el libre acceso de la comunidad a todas las propuestas del espacio. Porque, si bien se cobra una cuota social mínima de $150, no es condición excluyente para participar de la oferta deportiva y cultural que Frontera ofrece. En efecto, se busca solventar de esa forma los viajes a distintos torneos y, en el caso del hockey, disponer del equipo que el deporte requiere y que es más oneroso.
Entre la multiplicidad de actividades que se desarrollan para solventar los gastos de la institución Valentín menciona las rifas, ventas de comidas, y el ya reconocido bingo que se hace una vez al año y cuenta con gran asistencia de la población puelense. Este año estaba programada la peña de clubes que contaría con la presencia de la banda Arbolito pero que se vio suspendida por la emergencia sanitaria del Covid-19.
Por otro lado, como parte de su trabajo social, en el club se ofrecían también clases de apoyo escolar, coordinadas con miembros de la IES 813 y Atech, como forma de contención frente a la crisis educativa que ya lleva su tercer año en Chubut. En efecto, el club siempre tuvo muy en claro su trabajo social, puesto que, más allá de las dificultades socioeconómicas que ha acarreado la emergencia sanitaria, es evidente que gran parte de la población no puede satisfacer sus necesidades esenciales desde tiempo atrás.
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El club en tiempos de aislamiento y emergencia
La pandemia de coronavirus afectó la actividad cotidiana de este espacio como la de tantas otras instituciones. Pero la comisión directiva del Club Frontera y todo su equipo no se sentaron a esperar que cambiara el panorama y capitalizaron la suspensión de las actividades tradicionales en tiempo para diseñar proyectos coordinados con Provincia y Nación que impulsaran la finalización de la obra de ampliación de su sede para un centro cultural y la construcción de un polideportivo en un futuro.
A su vez, el equipo de trabajo del club sostuvo siempre la comunicación con las familias y desde allí armaron un registro que les permitió detectar las necesidades de insumos básicos que ellas requerían, así como su situación laboral y de vivienda. Se generó además una acción articulada con un vecino que había ya impulsado la elaboración de viandas y se organizaron para que se cocinaran y distribuyeran desde el espacio con sus miembros. Valentín cuenta que muchas personas se sumaron a ayudar con esta tarea, ya sea para recolectar la mercadería, solicitar donaciones, cocinar, gestionar ayudas, avisar a las familias, etc. También fueron muchos los comercios que aportaron productos para que llegasen a las familias que lo necesitaban. Las entregas de las viandas comenzaron haciéndose una vez por semana, aunque prontamente pasaron a realizarse dos veces. La organización y distribución de las tareas resultó fundamental en esta labor.
Con la intención de no colapsar a los comercios con el pedido de donaciones, se gestionó un sistema de donación de dinero y alimentos capaz de sostenerse en el tiempo y para tal fin se armaron abonos mensuales colaborativos a la cuenta del club. Se recibieron donaciones de diferentes puntos del país y, en la Comarca, quienes no pudieron ofrecer dinero dispusieron de productos como también de su tiempo y trabajo para colaborar con el club. “Muchas de las mismas familias que se alimentan de tales viandas colaboran dando una mano, donando ropa, haciendo delantales y siempre quieren aportar en algo.” Señala Valentín.
Hoy en día son más de 120 las personas beneficiadas con comida elaborada dos veces por semana. Al reparto de viandas se sumaron además otras acciones, coordinadas también por voluntarixs que fueron acercándose al club y realizaron sus aportes. El club de ciencias propuso una actividad semanal en el marco de su programa de radio; se abrió un ropero solidario con prendas de abrigo; el grupo de jubiladxs activxs cocina galletas nutritivas para repartir y la biblioteca popular donó libros para realizar intercambios. Incluso se está diseñando un proyecto de huerta comunitaria en el predio del club.
El enorme trabajo que lleva adelante el Club Frontera materializa el deseo de una comunidad colaborativa y solidaria, que cree en el trabajo compartido y la necesidad de agruparse y organizarse para un bien común y a largo plazo.
