45 días pasaron desde que asumió el presidente Javier Milei, y para sorpresa de algunos está haciendo todo lo que dijo que iba a hacer. Discípulo a rajatabla de las teorías del padre del liberalismo propone su propio ”Ladrillo” del shock orquestado por Sturzenegger, arquitecto del megadecreto “de necesidad y urgencia” que busca implementar una serie de medidas que afectan principalmente al esquema económico y de trabajo de nuestro país.
Es para frenar ese DNU y la ley ómnibus que la Confederación General del Trabajo (CGT) convocó a un paro general este 24 de enero. Ningún presidente enfrentó este tipo de manifestaciones tan rápido, y es que son tantos los frentes por los que el gobierno propone avanzar en simultáneo que marean, la estrategia parece ser la dispersión y es por eso que las respuestas se diversifican por sectores que se convocan: la industria, la cultura, el trabajo, la ciencia, la salud, la educación. Ante la atomización de reacciones, una convocatoria que unifique era necesaria. Llegaran también los arrepentidos a medida que se acelere el impacto en los bolsillos.
“La Patria no se vende” fue el lema de la marcha
Mientras algunos diputados rompían sus bloques para dar dictamen a la ley que le otorga facultades legislativas al Poder Ejecutivo, y mientras en Buenos Aires se acercaban al Congreso miles de manifestantes, en la Comarca Andina ya se marchaba por la calle principal de El Bolsón, más de 5 mil personas en una columna que superaba las cinco cuadras y reunía a más de 40 organizaciones y personas autoconvocadas.
Y es que son muchas las medidas que nos tocan de cerca. En una comunidad que vive en un entorno natural, las modificaciones de la Ley de Tierras para autorizar la venta en mayores proporciones de terrenos a extranjeros indignan, más conociendo la histórica venta de las mismas por dos mangos. La propuesta de derogar la Ley de Manejo del Fuego en un entorno que se ve permanentemente amenazado por incendios forestales y de interfase nos deja en una situación de desamparo.
Pero además de intentar frenar lo que viene detallado en las medidas anunciadas: la pérdida de soberanía a través de la venta de empresas estratégicas para el Estado como ARSAT, YPF, Aerolíneas o el desfinanciamiento de la Ciencia y Técnica (CONICET), hay definiciones que ya nos alcanzaron: la devaluación del 120% de un día para el otro y su traslado a precios será casi imposible de superar por parte de los salarios, haberes y las changas.
Sara Cañumil, una jubilada y vecina de Radal expresaba en la televisión comarcal el difícil momento que se atraviesa: “la situación está muy mal, hay hambre, los jubilados están mal. Es un desastre, soy una jubilada, mi sueldo no alcanza, las cosas aumentaron un montón. Nosotros comemos una vez por día y si podemos, si no comemos un pedazo de pan, tomamos una taza de té”.
Y ante la chicana tuitera liberal: Sara no la ve, la siente. La casta era ella, la casta sos vos, la casta somos quienes debemos acceder a alquileres, a los alimentos, al combustible. Milei llegó prometiendo ajuste al sector político enquistado, pero le terminó garantizando lugares en sus filas mientras el ajuste lo pagamos las y los trabajadores, formales e informales. El ajuste lo van a pagar también los colchones de ahorros de la clase media.
En la antesala al paro y movilización nacional, en el Instituto de Formación Docente Continua de El Bolsón, un grupo de personas de distintas edades se reunía a ver la Doctrina del Shock, de Naomi Klein. Inevitablemente se dio una conversación posterior y la comparación con la época que vivimos.
La teoría sugiere que las élites políticas y económicas aprovechan momentos de crisis, conmociones o desastres para implementar cambios drásticos de ajuste, que en circunstancias normales enfrentarían resistencia. Klein argumenta que estas crisis crean un estado de shock en la sociedad, dejándola vulnerable y más dispuesta a aceptar medidas que, de otra manera, serían rechazadas.
Siguiendo a Klein, si antes las dictaduras constituían una fase necesaria de aislamiento para implementar las doctrinas del shock liberales, Milei con su manual friedmano bajo el brazo y Sturzenegger como implementador, tenían el terreno allanado después de una sucesión de malos gobiernos y una pandemia en la que las redes sociales fueron el único medio de contacto, fueron la realidad.
Con una economía en crisis que nos impide mirar alrededor y pensar también en el otro, en medio de un sálvese quien pueda, llega al poder un mesías del individualismo amparado en los profetas del recorte de la realidad atomizada para poner en marcha las políticas liberales del shock. El resultado lo conocemos, los ricos se hacen más ricos, la clase media se empobrece y el 40% de pobreza aumenta. Nos gustaría pensar de otra manera, pero la memoria colectiva nos impide verla y solo nos queda dar respuesta en las calles.
Galería de fotos gentileza de Marcos Huisman