Se está terminando una nueva semana de estos 1460 tortuosos días que empezamos a recorrer. Una semana llena de rupturas políticas, mamarrachos legislativos, amenazas de paro y escasas medidas de fuerza, ninguna de ellas aglutinante de los afectados por este gobierno que no tiene ningún tipo de amor a la patria o sus habitantes.
Mientras Milei está en Disney conociendo a su ídolo Elon, el Congreso se paraliza para conceder lo innegociable: superpoderes para sociópatas que no paran de mandarse una atrás de otra. Hacia el resto de las jurisdicciones el río revuelto permite hacer negocios y vender todo lo que quede.
Mientras los gobernadores e intendentes hablan del desastre que está siendo la gestión nacional, se toman un sinnúmero de licencias para con las realidades más locales. Las declaraciones de interés de los recientes proyectos turísticos que empiezan a resonar son un ejemplo de ello. Hacen ver que quienes podrían defender un modelo de desarrollo pensado y proyectado se conformarían con inversiones rápidas.
¿En serio podemos afirmar que no tienen impacto ambiental estos proyectos tan interesantes para los municipios? ¿No se requiere para eso un estudio de impacto ambiental para afirmar eso? Resulta un poco inquietante que la referencia como horizonte de desarrollo sea el mismo Cerro Otto en el que nadie está pudiendo frenar la urbanización.
En El Bolsón se espera desde noviembre de 2023 que empiece a funcionar el consejo ambiental. Pero como se sospecha que podría haber desacuerdos y al parecer ya no se hace política para llegar a consensos en la Argentina, lo mejor es dejar que tenga prioridad el que pueda pagarnos hoy.
Sin planificación, no hay desarrollo posible. Todos nos merecemos discutir en qué Comarca queremos vivir.