Estamos promediando el verano y los motivos para levantarse de la cama se van acotando para pasar a ser meramente de subsistencia. Los pronósticos anuncian días nublados y nublados por humo, lluvias escasas y temperaturas extremas.
Arde Alerces, arde el brazo tristeza en Nahuel Huapi, Chile llora muertos en los incendios más impresionantes que haya visto su historia y acá en la Comarca solo nos queda esperar que la conciencia esté a la orden del día. Mientras tanto la Ley Ómnibus hace su camino mientras los “representantes” conceden hasta lo impensado. Decenas de organizaciones ambientales deben salir a explicar por qué no deberíamos dejar que se destruyan los glaciares. La locura es total.
Uno que relativice todo diría que es la angustia de todo verano, pero para quienes la vemos desde el 22 de noviembre de 2023 queda claro que hoy estamos mejor que mañana y que apenas estamos oliendo el humo de la primera ignición de todas las hectáreas de nuestra Soberanía.
En este contexto de hiperdebates, aparece algo obvio: no hay acuerdos claros sobre lo que es el Estado salvo para los oligarcas que lo quieren a su servicio. Los trabajadores estatales son una parte, la parte que ahora está siendo vigilada, perseguida y maltratada bajo la idea instalada de que son los parásitos a diferencia de los acomodados que hoy nos gobiernan. Y ni hablemos de los que hace rato están por fuera de todo, aquellos a los que Pettovello al final no pudo recibir pese a que armaron una ordenada fila de 30 cuadras hoy.
En fin… sobre el Estado están los que como no lo ven no lo notan hasta que ya es tarde, están los que por sus intereses lo quieren afuera de la escena… Pero algo es seguro: El fuego siempre lo previene y lo apaga el Estado con sus trabajadores.
La pregunta de cada mañana de estos 1460 días es ¿Cómo vas a votar a Milei? Pero ahora ante tantos preocupados por el fuego surge la nueva: ¿Qué esperás que va a hacer alguien que niega el cambio climático para detener los incendios o proteger al ambiente?