Todos tenemos nuestro propio recuerdo del Bicentenario de la Revolución de Mayo. En las calles de la ciudad de Buenos Aire,s quienes tuvimos la suerte de estar por esos lados, pudimos acceder a músicos históricos de nuestra latinoamérica y muestras artísticas varias. Los líderes de ese principio del Siglo XXI unidos se pasearon demostrando su vocación soberana para nuestra tierra.
Esta vez la alegría es de clona. Es una alegría que descansa en la capacidad de alienarse y apostar a la locura como forma de transitar “que ahora estamos en el baile y hay que bailar”. Quienes copan las calles, muestran un éxtasis total al agarrar los micrófonos de streams y programas de televisión. “Aguanten que en un año estamos mejor” nos dicen como si viviéramos en una realidad paralela… cuando se les pide mayores explicaciones sobre en qué vamos mejorando no pueden ni quieren darlas.
Esa es la impunidad de la posverdad. Podés desfinanciar las universidades pero después de que te meten una marcha enorme tenés que salir a decir “nunca tuvimos esa intención, tomen 270 por ciento de aumento”. Y el esperanzado promedio, el imbécil orgulloso te va a decir: ¿ves? no había por qué marchar. Esa va a ser su compleja conclusión.
Tuvimos una semana llena de momentos completamente absurdos en los que vimos al presidente comportarse como a un moribundo sin empatía al que le dijeron “vas a ser presidente por 6 meses, cumplí tus pendientes ahora”. Quienes lo aplauden como un show se olvidan de dos cosas: una es que tiene menos gracia que una media y la otra es que se trata de un presidente. No de un showman.
Ni hablar del 25 de mayo de 2024. Ni una celebración genuina. Todo guionado, vallado y lejos de la realidad social. Parece mentira que hace 21 años a este país hubiera habido que reconstruirlo otra vez de sus cenizas luego de tomar deuda, empobrecer a la población y salvar a los garcas de siempre. El aprendizaje parece haber sido poco o pobremente transmitido.
Sigamos atentos porque hay que seguir defendiendo lo obvio, decir no a la Ley Bases y señalar que un moribundo puede ser un moribundo totalmente despiadado al punto de decir sin tapujos que “si la gente no llegara a fin de mes ya se hubiera muerto”. No esperemos más. Propongamos una alternativa porque ya el mismo nos dijo lo que se viene.