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Que la medicina en El Bolsón no sea una profesión insalubre

El 23 de marzo, las y los trabajadores de salud del Hospital de Área El Bolsón daban una conferencia de prensa en el marco de su plan de lucha para comunicar la situación preocupante del nosocomio local: falta de insumos básicos y materiales de trabajo, falta de recursos humanos y necesidad de una inmediata recomposición salarial a todo el personal de salud. No se trataba de un caso aislado en la provincia; en las mismas horas el Hospital Zonal de Bariloche convocaba a un abrazo simbólico de la población para visibilizar las mismas problemáticas que llevaron, además, al cierre de la unidad de neonatología en aquel momento.

En el transcurso de los meses siguientes, la situación de nuestro hospital no mejoró. Frente a una demanda cada vez mayor en una comarca con una población en crecimiento constante y la baja de los sistemas de prepaga de un importante número de personas debido a los aumentos desorbitantes del corriente año, el Hospital de El Bolsón ha debido dar asistencia a más gente con menos personal y recursos disponibles. En este contexto de sobrecarga laboral y malas condiciones salariales no resulta extraño que un número significativo de profesionales renunciaran a sus cargos y que estos no pudieron ser reemplazados. Más allá de la difusión en redes de los puestos vacantes, no se evidenciaron decisiones de peso que consoliden un plantel acorde a las necesidades de la Comarca; recordemos que el HAEB es hospital de referencia de localidades rionegrinas como Ñorquinco y Río Chico, al tiempo que recibe además pacientes de localidades chubutenses cercanas que cuentan con hospitales rurales – también atravesados por la crisis del sistema de salud- como Lago Puelo, El Hoyo o Epuyén.

En efecto, el 30 de julio pasado, la Dirección del Hospital de El Bolsón dispuso de un Plan de Contingencia no consensuado por el equipo de salud que endilga responsabilidades del estado provincial en las y los trabajadores como única posibilidad de paliar la situación crítica del hospital. De este modo se asignan más tareas a médicos generalistas al tiempo que se sobre exige a los pocos clínicos que permanecen en el nosocomio y en quienes recaen las guardias, la atención en consultorio, los traslados y especialmente la atención de la Unidad de Cuidados Intermedios (UCI). Frente a esta medida, el gremio ATE expresó su repudio, se declaró en estado de alerta y movilización y exigió a la dirección del hospital la incorporación de profesionales en las distintas áreas de salud que lo requieran. En el mismo sentido se manifestó el personal médico y los servicios de obstetricia y salud mental en una carta abierta a la comunidad difundida el día de ayer

Sin médicos no hay UCI

Si bien el hospital no dispone de una unidad de terapia intensiva, cuenta con la sala de cuidados intermedios que permite atender a pacientes más graves que demandan distintos tipos de tratamientos. El día de hoy la UCI ha debido cerrar sus puertas de forma indefinida por no contar con la guardia médica necesaria y que venía siendo sostenida por sólo dos médicos clínicos y una cardióloga (que sostiene además sus guardias pasivas de cardiología). El desgaste físico y mental implicados en la labor, la falta de condiciones dignas de trabajo y salarios a la altura de las responsabilidades asumidas lleva a la renuncia de muchos profesionales y al agotamiento de quienes, por ahora, resisten en sus puestos de trabajo.

Como bien señala la nota realizada por el personal médico y servicios de obstetricia y salud mental del hospital, el cierre de la UCI “impacta en todas las prácticas médicas y en la complejidad del hospital”, pues se verá afectada la cantidad de cirugías realizables, así como el número de camas disponibles para internación y la atención ambulatoria. Asimismo, la seguridad de las y los trabajadores del centro de salud sigue viéndose amenazada, como la calidad de la atención a la población de El Bolsón y zonas de afluencia que no contarán con los servicios que la salud pública debe asegurar.

Nuestra comunidad reconoce el valor de un hospital público abierto a atender las necesidades de toda la población, con un equipo humano que, pese al agotamiento, realiza sus tareas con profesionalismo y dedicación. Desde La Sirena esperamos que dicha labor también encuentre reconocimiento en las autoridades correspondientes y que se tomen medidas eficientes, en conjunto con los equipos de trabajo para asegurar una vida larga y saludable a nuestro querido hospital.

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